CITAS
Si se recurre al talento es que falta la imaginación. - Georges Braque

El talento joven

Estamos apostando por el talento joven y queremos publicar este articulo – resumen de un nuevo valor de una periodista en ciernes que por vocación quiere dedicarse a esta profesión que nos impulso con su tesón y determinación , que esta dispuesta a aprender y que, estoy seguro, llegará donde se proponga abriendo nuevos caminos en su pensar y trazándolos en su caminar por la vida.

Gracias Ana Bermejo y mucha suerte esta es tu casa.  

Comienza el campamento. Nervios a flor de piel. Las niñas vienen acompañadas de sus padres con más inquietudes que otra cosa. Van a ser seis días divertidos y emocionantes, pero muchas de ellas aún no lo saben.

Tras el reparto de habitaciones las llevamos a una gran aula, muy luminosa, donde a lo largo de la semana trabajarían en los diferentes talleres que estaban preparados. Las niñas al ver esas grandes sillas de ruedas verdes, tan a la medida de ejecutivos y ejecutivas, mucho más corpulentos que ellas, se quedan asombradas. A alguna le cuesta incluso subirse. Tenían tan reciente la marcha de mamá y papá que no sabían apenas reaccionar, además, para muchas de ellas era la primera vez fuera de casa. Algunos pensarían que esto sería un impedimento para el desarrollo del campamento, no obstante, no oí en los seis días a ninguna niña quejarse por estar lejos de casa.

La piscina y los entrenamientos de baloncesto eran el día a día de las pequeñas, así como de nosotros los monitores. En el tiempo que sobraba de estas actividades, se realizaban las diferentes comidas (cinco al día, sin excepción) y se llevaban acabo los talleres en las aulas con cada ponente. Aún así siempre teníamos todos ganas de más. Realizábamos algunos juegos por equipos, los cuales eran el momento para ellas de disfrute y relajación, así como donde se empezaban a distinguir atisbos de las diferentes personalidades que se iban forjando en cada una de ellas, es decir, una tenía una actitud más líder, otra más luchadora, alguna más pasiva… sin embargo, todas, sin excepción alguna, acababan implicándose en la actividad e intentando por todos los medios lícitos, que su equipo ganara.

En las aulas se intentaba trabajar cosas diferentes con ellas. Ya que era necesario hacer entender a las pequeñas que el esfuerzo, y sobre todo, el fijar un objetivo, es decir, una meta a conseguir, y rodear esa meta de todos los factores necesarios, tanto físicos como actitudinales, para lograr lo que se quiere, combinarán el perfecto escenario para que junto a la fuerza de voluntad y el trabajo constante, ese objetivo, a largo plazo, pueda alcanzarse. Pero es necesario tener muchas ganas de conseguirlo, y por consiguiente, no dejarse vencer nunca por la barrera del cansancio. Y todo esto lo aprendimos con el método G.R.I.T.A, cuyas siglas significan lo explicado anteriormente.

Sin embargo las enseñanzas no se quedan aquí. Escuchamos testimonios e historias de muchas personas, y algunas, habían conseguido triunfar y llegar a donde habían querido en la vida. Eso sí, no sin poco esfuerzo. Y esta lección de superación se les quedo grabada a las niñas, quienes día a día lo dieron todo bajo el sol de verano que alumbraba la cancha de baloncesto. Así también entendieron que no todas las niñas del mundo poseen y tienen lo mismo que ellas, y por ello, a la hora de la comida y la cena, muchas hicieron enormes esfuerzos, por comerse lo que había en el plato a pesar de que no las gustara. Hacía mucho tiempo que no me divertía tanto, como en el momento que vi que con cada cucharada de una sopa de zanahorias que se terminaban, algunas se alegraban como si acabaran de ganar la lotería, del mismo modo, cuando conseguían terminar el plato, miraban a su alrededor victoriosas, ensalzando su gran azaña de haberse terminado el plato.

A la hora de dormir, terminaban cayendo en la cama rendidas, ya que se iban tranquilas y relajadas a dormir a causa de la práctica de los masajes de relajación física y mental que nos enseñó Maria Anderson. Todas las noches, teniamos un momento de relax donde las niñas podían poner en practica los masajes aprendidos y dárselos a sus propias compañeras y monitores, e incluso a ellas mismas, con enorme ternura y cariño, para propiciarles un confort que les hiciera dormir sin problemas toda la noche.

Como aperitivo del rato de masaje, era el momento de reflexión. Este momento, era sin duda el más bonito del día a día, ya que era la ocasión donde las niñas podían, es más, debían expresar en alto y a todo el mundo, sus sentimientos e inquietudes. Normalmente la pregunta que se les formulaba era: ¿Qué has aprendido hoy? No obstante, un día decidimos preguntarlas: ¿Por qué o por quién quieres dar las gracias? Es asombroso que niñas de entre ocho y doce años, sean las que dan lecciones a los propios adultos, ya que ellas mismas, se acordaban de acciones que habían tenido luegar a primera hora de la mañana, (siendo este momento de reflexión por la noche) y daban las gracias a personas, con nombres y apellidos por haber hecho algo por ellas. Fue un momento mágico, ver sus pequeños ojos agradeciendo unas a otras y hacia sus monitores, cosas que habían hecho por ellas. Sacando por un momento, todos sus sentimientos íntimos y volviéndose infinitamente  humildes reconociendo la ayuda que se les fue prestada, de forma voluntaria o inconsciente, ya que muchas expresaron acciones que habían sido detalles pequeños, como: “Doy las gracias a tal persona por haberme hecho reír hoy”. Agradecer la risa provocada, agradecer la felicidad dada, esa fue mi lección del campamento, que las niñas eran conscientes de su propia felicidad, que tenía que ver directamente con sus compañeras, que eran las que se la brindaban. En otras palabras, las niñas, junto a nosotros los monitores, fueron felices por qué todos decidimos compartir felicidad. La regalamos y nos la dimos unos a otros, las risas surgieron y los agradecimientos hechos por ellas también.Y esta fue la clave de seis días inolvidables. Que todos influíamos directamente en la felicidad de los demás, y muchas de las niñas, por no decir la gran mayoría, fueron conscientes de ello.

Artículo escrito por Ana Bermejo, estudiante de Periodismo

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