“El liderazgo no se improvisa y las políticas activas contra la corrupción pasan por gestionarlo adecuadamente”, ha afirmado Ignasi Carreras, director del Instituto de Innovación Social de ESADE, en la conferencia “Políticas activas contra la corrupción”, organizada por la Fundación SERES y ESADE, para conocer y compartir las medidas adoptadas por Atlantic Cooper, KPMG, Lilly y el NH Hotel Group con el fin de fomentar las políticas éticas en las empresas.
Ana Sainz, directora de la Fundación SERES, en su intervención inicial ha insistido en la cristalización de medidas y palancas anticorrupción en las organizaciones españolas, con un compromiso sólido de seguir las buenas prácticas. Sainz ha destacado la relevancia de uno de los ejes del Foro Económico Mundial de Davos de este año, que se ha centrado en “un liderazgo responsable y receptivo por parte de los gobiernos, las empresas y la sociedad civil, para marcar una hoja de ruta para el próximo año”.
Medidas y políticas adoptadas para combatir la corrupción
“La corrupción es un tema relevante que es necesario abordar” y hacerle frente “forma parte de la gestión ética de nuestra empresa”, ha reconocido Marta Martín, directora de Responsabilidad Corporativa y Comunicación Interna del NH Hotel Group. Esta compañía ha creado un modelo de compliance (cumplimiento regulatorio) y un código ético, dos acciones que repercuten directamente en su gobierno corporativo y que tienen como objetivo “crear una cultura de la responsabilidad y trasladarla a nuestro día a día, tanto a nuestros diferentes stakeholders como a los miembros de nuestra empresa”, ha destacado Martín.
Por su parte, Javier Targhetta, presidente de Atlantic Copper y vicepresidente sénior de Marketing y Ventas de Freeport-McMoRan, ha explicado que en el sector minero existe “una mayor regulación” y, por ello, cuentan con “un compliance officer en cada unidad y un comité de seguimiento que reporta directamente al consejo de administración”. Para Targhetta, los valores fundamentales de las políticas anticorrupción son “la integridad, el respeto, la excelencia, el compromiso, la adaptación y la anticipación al cambio”.
Desde la industria farmacéutica, Lilly comparte la visión de fomentar y trasladar a toda su cadena de valor las políticas éticas, para crear una cultura, eso es, que “no sea una cuestión de fe ni de moda, sino un tema constante y presente en el discurso de nuestros dirigentes, al más alto nivel”, ha explicado Javier Ellena, presidente de Lilly España, Grecia y Portugal. Como ejemplo de ello, Ellena ha mencionado “la publicación voluntaria de las transferencias de valor entre las organizaciones y los profesionales sanitarios”. Desde su punto de vista, este era un paso “necesario” que “debería replicarse en otros sectores”.
José Luis Blasco, socio responsable del Área de Gobierno, Riesgos y Cumplimiento de KPMG, entiende que la corrupción “es el principal factor limitante del ejercicio del derecho de las personas”. “Si atendemos a las tendencias en materia de políticas contra la corrupción, es preciso pensar en cuatro grandes bloques: la cooperación internacional, la puesta en marcha del self-reporting, la voluntariedad y el outsourcing de la RSE”, ha añadido. En este sentido, ha destacado que es esencial “cambiar la manera en que nos comunicamos y trabajamos en las áreas de riesgo para trasladar la cultura ética a nuestra cadena de valor”.
A modo de conclusión, Ignasi Carreras, director del Instituto de Innovación Social de ESADE, ha explicado que las empresas adoptan dos actitudes para afrontar la corrupción: algunas “se comprometen y dan pasos decididos para terminar con ella”, mientras que otras “simplemente se amoldan a la situación”.
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