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El talento, en buena medida, es una cuestión de insistencia. - Francisco Umbral

La ecuación del estrés

En la era de la globalización y de la tecnología, preocupan los altos índices de estrés que sufren las sociedades avanzadas. ¿Pero qué es el estrés y sobre todo qué lo causa y cómo podemos evitarlo o minorar sus efectos dañinos?

Si atendemos a la definición de la Real Academia de la Lengua Española, el estrés sería “la alteración física o psíquica de un individuo por exigir a su cuerpo un rendimiento superior al normal”. Y digo sería, porque esta definición se me queda corta. Muchas veces nos estresamos precisamente cuando nos piden, o pedimos, a nuestro cuerpo o mente un rendimiento inferior al que nosotros consideramos normal o fácilmente alcanzable.

Por eso hoy quiero hablarles de la ecuación del estrés, de la que oí por primera vez hace veinte años y con la que, desde entonces, clasifico comportamientos día a día. Permítanme compartir con ustedes la ecuación que me asombró en su día:

S = |D-C| * CO

Donde S corresponde al nivel de estrés, D a las demandas físicas o psíquicas que recibimos (del entorno profesional o personal), C a las capacidades que tiene cada persona y CO a las consecuencias que cada persona estima que tendrán sus acciones.

Lo que me fascinó de esta ecuación fueron las barras del valor absoluto (de ahí que nos estresemos tanto cuando nos piden un rendimiento inferior al que consideramos que nos es propio), unido al factor multiplicador CO de las consecuencias que es subjetivo e inherente a cada persona. Se abría ante mí un nuevo mundo: si podíamos convencernos de que nuestras decisiones/acciones/inacciones no acarreaban graves consecuencias, podríamos reducir en gran medida nuestro nivel de estrés y por ende tomar las riendas de vida.

Empecé a observar a mi alrededor y ví al niño que dejaba de llorar en el parque cuando su madre le consolaba diciéndole que no se preocupara y que juntos arreglarían el juguete roto, o al compañero de trabajo que sentía gran angustia ante una entrevista de trabajo y se relajaba en cuanto se enteraba de que era el único candidato. En el momento en que conocían y afrontaban las consecuencias de sus acciones, su nivel de estrés bajaba drásticamente.

Seguro que ustedes también lo han observado. En el terreno profesional tenemos compañeros trabajando a destajo con gran amargura y nerviosismo y a otros sin apenas tareas aún más consternados y estresados. Todos ellos, seguramente sin saberlo, han valorado las consecuencias de sus acciones o inacciones y han condicionado sus niveles de estrés.

¿Y cómo podemos entonces bajar nuestros niveles de estrés? Además de haciendo deporte, buena alimentación y dejando de fumar… como diría nuestro médico…

La respuesta es sencilla: estudiando la ecuación del estrés y atacando cada una de sus variables.

Conseguiremos reducir las Demandas que recibimos de terceros explicando a nuestro jefe, compañeros, pareja, familia… hasta dónde podemos llegar con los medios que tenemos hoy disponibles. Debemos aprender a decir NO, a otros pero sobre todo a nosotros mismos. Necesitamos mantener conversaciones internas con nuestro YO para bajar el nivel de demanda y perfeccionismo que nos autoimponemos y que en la mayoría de los casos es lo que realmente nos estresa, y no tanto la tarea a realizar. Para eso el deporte y técnicas milenarias como la meditación y el, ahora tan de moda, mindfulness nos ayudarán en nuestro objetivo, sin olvidar la sabiduría popular… pues el momento cañas con los amigos relajando la tensión, ¡puede hacer milagros!

Para mejorar las Capacidades, obviamente necesitamos formación y reciclaje. Las nuevas tecnologías seguro que pueden ser nuestras grandes aliadas pero no olvidemos que la autoconfianza, el creer en nosotros mismos, tienen el efecto multiplicador que tanto desea un profesor…

Por último el resultado de la resta anterior surtirá efecto en nuestros valores de estrés solo si conseguimos dominar las COnsecuencias que creemos conllevarán nuestras acciones. Será importante un ejercicio de reflexión donde la intervención de un coach profesional para empezar esta práctica, que debemos seguir luego practicando solos, puede resultar vital.

Por experiencia propia, no puedo dejar de citarles que aquí la edad es virtud y la sabiduría de la experiencia contribuye a dimensionar correctamente la mayoría de los problemas que resolvemos a diario. Una conversación a tiempo con nuestros padres o compañeros seniors del trabajo puede ser reveladora, pero con un mentor profesional puede resultar fundamental.

En el libro Relatos Humanos (LID Editorial, 2016) se refleja la situación de estrés a la que está sometida su protagonista, Irene, una directiva de RRHH frente a los continuos despidos que debe realizar ante la precaria situación económica de su empresa.

Les invito a que lean el libro y con la ecuación del estrés en mente, a que se planteen si Irene podría haber afrontado sus problemas de una forma distinta. Me encantará conocer y compartir sus reflexiones…

Artículo escrito por Rosa Allegue, Coautora de Relatos Humanos (LID Editorial). CFO y Directora de RRHH de Skechers Iberia

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