Han pasado dos décadas desde que en nuestro país nos empezamos a interesar por el Coaching Ejecutivo. Hora es, pues, de reflexionar sobre su trayectoria, sus luces y sombras, así como la esperanza que nos depara hacia el futuro.
¿Hasta qué punto se ha implantado? Siendo autocríticos, menos de lo que el sentido común hacía prever en los años 90. Pensábamos que sacar a la luz la rentabilidad del Coaching (un Retorno de la Inversión en tiempo y dinero de entre el 1.100 y el 1.600%, según las investigaciones ya clásicas de Manchester Inc. en los Estados Unidos) sería suficiente para que el Coaching se impusiera no como una moda, sino como un hábito arraigado. Sin embargo, es más fácil destruir un prejuicio que un átomo (como dijo Einstein) y la calidad directiva de nuestro país, lejos de mejorar, ha empeorado considerablemente en estos últimos años. La edad de oro del deporte español nos ha enseñado, por encima de todo, el enorme valor de los entrenadores; sin embargo, hemos de reconocer que el Coaching ha crecido más por el lado de la oferta (contamos con más y mejores coaches, con códigos éticos adecuados, con procesos de certificación serios y rigurosos) que por el lado de la demanda. “Un directivo sin coaching es como un deportista autodidacta”, hemos repetido hasta la saciedad, y seguimos contando con muchos empresarios y directivos que aprenden principalmente por prueba y error, sin un espejo que les sirva de acompañamiento. El resultado es que, en los últimos 75 años, la tasa de mortalidad de las empresas se ha multiplicado por cinco (en los años 40, la esperanza de vida corporativa era de 75 años; ahora es de 15)… y bajando. La desafección hacia el coaching no es cuestión de datos, sino de soberbia, de falta de humildad.
Aún así, todos conocemos buenas prácticas de Coaching Ejecutivo que han transformado positivamente las dinámicas de los directivos y de sus empresas. Son frecuentes los casos de éxito cuando el directivo ha sentido que debía invertir en el desarrollo de su liderazgo (que si no se cultiva se pierde) y se ha visto acompañado por un buen coach. Es la historia (narrada en el séptimo arte) de Jorge VI de Inglaterra en ‘El discurso del Rey’, con notable influencia en la historia del Reino Unido y de todos nosotros.
Dejemos de mirar hacia atrás y pensemos en el presente y en el futuro. ¿Hay motivos para la esperanza? Sin duda. Principalmente tres.
Por un lado, el avance del Liderazgo Femenino. Está comprobado que las mujeres directivas son más aptas en el diálogo y comparten en mayor medida la mentalidad de crecimiento, por lo que el Coaching les es más propio. A medida que el porcentaje de líderes féminas aumente (desde el 13% actual), el Coaching Ejecutivo se utilizará en mayor medida. La reflexión, descubrimiento, plan de acción y generación de nuevos hábitos propia del Coaching les resulta a las mujeres profesionales más natural.
Por otro, la necesidad de contar con auténticos equipos en la empresa, empezando por el Comité de Dirección. Como sabes, un Equipo es un grupo humano que genera sinergias. Sorprende negativamente la escasez de verdaderos equipos en la compañía, con el coste emocional que eso supone. Contar con equipos de alto rendimiento permite a la empresa adaptarse a los nuevos tiempos y triunfar en este mundo híperVUCA.
Y en tercer lugar, en un entorno descompensado de severa escasez de talento, el papel de l@s directiv@s como líderes coaches de la carrera profesional de sus propios colaboradores se antoja determinante. Para que el/la ejecutiv@ sea un/a eficaz entrenador/a de los integrantes de su equipo, debe disfrutar previamente de su propio proceso de coaching. No hay tiempo para improvisaciones.
El Coaching Ejecutivo asienta su presente y su futuro, como si se tratara de las dos columnas de Hércules, sobre dos pilares de aprendizaje: la ley de Revans y la ley de Hebb.
La ley de Reg Revans (1907-2003), padre del Action Learning, reza lo siguiente: “La supervivencia de un organismo vivo depende de que su tasa de cambio sea igual o mayor a la del entorno”. Las personas y las comunidades humanas se debaten entre su gusto por la inercia y su necesidad de adaptarse (anticiparse, transformar) al entorno. El Coaching es un acelerador sin igual para ello.
La ley de Donald Hebb (1904-1085), pionero de la biopsicología, señala que “dos células que se disparan juntas, permanecerán conectadas” (“cells that fire together, wire together”). Esto es esencial en las sinapsis, en las conexiones neuronales. Precisamente lo que provocan los procesos de coaching.
Hoy el management, la gestión empresarial, es inconcebible sin el coaching, porque “el talento que no se aprecia se deprecia”, por más que un paretiano 80% de los directivos no lo viva de esta manera. Esa mentalidad de crecimiento, ganadora, a través de un proceso de acompañamiento, es precisamente lo que distingue a los ganadores (el éxito no es casual) de los perdedores (que le echarán la culpa a su mala suerte).
Juan Carlos Cubeiro es Presidente de Honor de AECOP,
Head of Talent de ManpowerGroup y mentor de Coaching del Human Age Institute.
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