Hace unos días terminó la primera edición del Basket Talent Camp. Y, poco a poco, empiezo a digerir todo lo que allí vivimos. Han sido unos días muy intensos y cargados de actividades y emociones. Desde que sonaba el despertador hasta que volvíamos a la cama, todo estaba diseñado para trabajar en el liderazgo de las niñas. No hubo respiro posible.
La idea era clara: potenciar la formación integral de las niñas. Y qué mejor que utilizar el paraguas del deporte – con los colores del baloncesto -para englobar este gran proyecto. Un proyecto con el que empezar a cultivar los mejores valores y hábitos de vida. Y con ellos, las bases para la felicidad futura de esas 20 pequeñas. Motivación, creatividad, solidaridad, agradecimiento, esfuerzo, nutrición o hábitos de sueño, fueron algunos de los talentos trabajados.
La agenda estaba repleta de actividades, llenas de aprendizaje y cargadas de emociones. Entrenamientos, charlas, aulas de aprendizaje y trabajo, comidas, juegos, bailes, piscina… Supongo que el baloncesto se ha llevado la medalla de oro en la mejora de habilidades, aunque sólo fuera por las horas dedicadas, pero os puedo asegurar que en muchas otras áreas todas nuestras atletas dieron un gran paso al frente. Afrontaron muchos miedos e incertidumbres. Y enfrentaron, sin dudar, los nuevos retos que les propusimos.
Para la mayoría fueron sus primeras noches fuera de casa. Y hacerlo como lo hicieron, sin perder la sonrisa, no es tarea fácil – sólo compartir cuarto con otra persona ya genera más de un conflicto en cualquier adulto -. Cada pareja se responsabilizó de su cuarto, del orden y la ropa. Cumplieron los tiempos con puntualidad británica. Muchas probaron y comieron platos y sabores por primera vez – demasiados para el gusto de algunas– Hablaron en público. Y escucharon con respeto a las demás. Soñaron un futuro mejor. Y en equipo encontraron la creatividad para versionar a Pablo Lopez y su éxito “El mejor momento”. Cada noche dejaron la vergüenza a un lado para practicar relajación. Incluso, hubo más de una que aprendió a tirarse de cabeza en la piscina –y eso sí que da pánico las primeras veces-. Y todo sin una mala cara, una queja o un enfado. Y es que cuando a una persona se le ofrece el entorno adecuado, y se la llena de confianza y motivación es más fácil que salte al vacío.
Dice José Antonio Marina, el gran filósofo y pedagogo español, que el talento es inteligencia en acción. Y talento es lo que verdaderamente hemos contemplado en este Campus, porque la materia gris la traían de casa, pero cuando a estas niñas se les ha enseñado, inspirado y animado a actuar, a pensar, a crear, a buscar soluciones, a trabajar en equipo… el resultado ha sido espectacular. A esas edades en las que todo es verdad, en las que todavía no saben ocultar sus preocupaciones, sus enojos o sus miedos, ver sus caritas al finalizar el día, alegres y sonrientes a pesar del cansancio, y sentir en ellas esas ganas de empezar de nuevo, de volver a ponerse en marcha, de seguir creciendo, va más allá del simple desarrollo de sus talentos.
Han sido muchas las emociones vividas. Días intensos y llenos de momentos mágicos, de revelaciones y aprendizajes. Días que han dado para pensar y analizar. Y no sólo en uno mismo, sino en el entorno que estamos construyendo. En ese mundo que va perdiendo valores y buenas maneras cada día. En esa Sociedad tan mustia y apagada que conformamos todos y cada uno de nosotros. Y en cómo sería posible transmitir esa energía que allí creábamos a diario.
El talento humano marca la diferencia. El buen humor, la humildad y la bondad son las claves para el cambio. Estos valores que fluían en el campus es lo que nos falta en nuestro día a día, en casa, en el trabajo, con los vecinos, en la frutería, conduciendo o caminando. Estamos escasos de alegría, y vacios de ese amor puro y servicial hacia el otro. Sin embargo, vosotras, niñas, estáis cargadas de esa energía, de ese “no sé qué, que qué se yo” que obliga a sonreír, a creer en un mundo mejor, a soñar en grande y con esperanza, que da sentido a todo este trabajo y dedicación, y por el que dedicarse a vuestro desarrollo vale tanto la pena.
En el futuro, cada una seguiréis vuestros propios pasos y recorreréis el camino que vuestros gustos y habilidades os marquen. Unas seréis ingenieras, otras psicólogas, abogadas, científicas, maestras, o incluso jugadoras de la WNBA. Sin embargo, lo importante es que os convirtáis en buenas personas, que sigáis desarrollando ese talento humano que yo he podido descubrir y disfrutar estos días, y que nunca olvidéis regar esas semillas que un día se plantaron durante un campamento de baloncesto.
Hace unos días aprendisteis el significado de GRITAr, el valor de fijarse metas relevantes y la importancia de soñar en positivo. Ahora os toca imaginar vuestro futuro, y empezar el viaje para construirlo. Ahora os toca actuar, seguir entrenando para ser jugadoras de la mejor Sociedad posible, aquella que vosotras imaginéis, que vosotras construyáis. Porque el mundo necesita personas alegres, bondadosas y humildes. Personas que sonrían y transmitan felicidad. Personas espontaneas, sencillas y serviciales. Personas con talento humano. Personas de verdad. Personas como vosotras.
Artículo escrito por Juanje Pérez Romero, Coach de Adolescentes www.desarrollopositivo.es
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