Pablo Pineda, primer diplomado europeo con síndrome de Down y consultor de diversidad de la Fundación Adecco, está protagonizando una campaña en Redes Sociales para concienciar a los futuros docentes y a la sociedad en general, sobre el valor de la educación inclusiva en la plena inclusión de las personas con discapacidad.
De la mano de El Pupitre de Pilu y su directora general, Pilar Hernández, Pineda aboga por una educación inclusiva desde las primeras etapas de vida: “si segregamos a los niños por su discapacidad, tatuaremos en ellos un estigma muy difícil de eliminar. Los niños con discapacidad tienen que creer en sí mismos y no dudar de sus posibilidades, para lo que es fundamental que las instituciones familiar y educativa inculquen el valor de la normalización”. En este sentido, el malagueño sentencia que: “sin educación inclusiva, la plena integración de las personas con discapacidad es imposible”.
Pineda realiza un recorrido por su experiencia vital, en el que agradece a su familia que nunca le tratara diferente por su condición. “Mis padres me exigieron lo mismo que a mis otros hermanos y, de hecho, no supe que tenía síndrome de Down hasta los 10 años. Quizás ésta ha sido la clave para que no me haya puesto nunca límites y decidiera estudiar una carrera”.- recalca.
Sin alternativas desde los 18 años
A día de hoy, las personas con discapacidad están infrarrepresentadas en la Universidad, abarcando poco más del 1% del alumnado. Para Pineda, este dato es el reflejo de una educación diferenciada desde la infancia: “la Universidad representa la plenitud de la etapa educativa y las personas con discapacidad seguimos excluidos de ella. En muchos casos no es un problema de capacidades, sino de actitud: se presupone que no estamos preparados sin ni tan siquiera darnos la oportunidad”.
Sin embargo, Pineda recalca que no todas las personas con discapacidad intelectual tienen por qué ir a la Universidad: “el problema es que no existen alternativas y cuando finaliza la educación obligatoria, tenemos como única alternativa los centros ocupacionales o centros especiales de empleo (entornos protegidos), que si bien cumplen una importantísima misión social, han de ser un medio y no el objetivo final, que es la empresa ordinaria, donde la persona con discapacidad aporta su talento, como un trabajador más”.
Pineda propone prolongar el itinerario educativo “por lo menos hasta los 25 años, para que las personas con discapacidad intelectual podamos vivir etapas tan enriquecedoras y plenas como las que nos brinda la Universidad, la FP o las certificaciones de profesionalidad”.
Por último, Pineda hace hincapié en el importante papel de las empresas a la hora de derribar barreras y estereotipos: “de nada sirve que las personas con discapacidad estudiemos si luego no podemos ejercer. Es por ello que, junto a la Fundación Adecco, mi misión como consultor es hacer que las empresas e instituciones pierdan el miedo y sepan ver a la persona y su talento por encima de su discapacidad”.
Concienciar a los docentes
La actividad de El Pupitre de Pilu se basa en preparar a los futuros docentes para las oposiciones de Magisterio. Pilar Hernández, su directora general, tiene claro que “el papel de los maestros es clave para que los niños con discapacidad se eduquen en la igualdad de oportunidades y desarrollen aspiraciones formativas. Por ello nos parece fundamental aprender de testimonios como el de Pablo, que nos enseñan que cualquier barrera a las personas, es una barrera al talento”.
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