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El talento, en buena medida, es una cuestión de insistencia. - Francisco Umbral

Inteligencia artificial, abundancia, empleo y sociedad

Los cambios tecnológicos que se avecinan, en especial la automatización, suponen un desafío para el mundo laboral y para la sociedad en su conjunto. ¿Estamos preparados para el futuro próximo?

Parece razonable pensar que la sociedad, los medios y los líderes opinión y políticos están debatiendo sobre la incidencia de la tecnología en el mundo que viene. Sin embargo, esto no es así. Como si nada fuera a cambiar, el debate apenas está comenzando.

Las máquinas siempre han destruido empleos, es su esencia. Son herramientas que hemos construido como extensión de nuestras capacidades y que han facilitado las tareas humanas y eventualmente las han sustituido. Basta pensar en la agricultura. El tractor desarrolla tareas que emplearían a decenas de humanos. Hace dos siglos el 80% de la población se dedicaba a la agricultura y hoy, en los países desarrollados, sólo un 2% es capaz de alimentar al resto de nosotros.

La teoría eantonio orbeconómica clásica dice que los puestos de trabajo destruidos en un sector se crean en otros y así ha sido, pasando la fuerza laboral de la agricultura a la industria y de ésta a los servicios. Sin embargo, eso es el pasado y nada indica que vaya a seguir ocurriendo. La automatización destruye empleo, pero no está claro que se sigan creando puestos de trabajo.

Si nos fijamos en las rutilantes empresas de la nueva economía, los datos son elocuentes. Cuando Facebook compró Whatsapp, la empresa de mensajería servía a 450 millones de usuarios en el mundo que enviaban 50.000 millones de mensajes diarios. Con 50 empleados. El gigante Amazon acaba de anunciar la creación de supermercados sin cajeros, un paso más en una empresa líder en el uso de robots en sus almacenes y que tiene planes de distribuir sus productos con drones. Y China es pionera en el uso de robots un año más. ¿Es posible crear empleo al mismo ritmo que la automatización lo sustituye?

 

La Inteligencia Artificial, tras pasar décadas en renacimientos y ocasos, los llamados inviernos de la IA, ha vuelto para quedarse, mostrando un creciente poder que no podemos ignorar. No es algo gigante y malvado del estilo de las películas de ciencia ficción. Es más bien un pequeño ejército de hábiles hormigas, pequeñas aplicaciones ubicuas que resuelven problemas de todo tipo y a las que los usuarios tenemos acceso a través de ese dispositivo tan poco inocente que es el smartphone.

Pero la tecnología no es algo peligroso a lo que debamos temer. Por el contrario, ha posibilitado que vivamos en un mundo de abundancia en el que todos los indicadores de bienestar aumentan día a día. Escuchando las noticias nadie diría que vivimos en el mejor momento de la historia, pero los datos son demoledores.

Según los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de Naciones Unidas, la pobreza extrema ha pasado del 47 % en 1990 al 14 % en 2015. La educación ha mejorado en el mundo y hoy el 95% de las personas mayores de 15 años saben leer y escribir. La democracia sigue ganando terreno a la autocracia y las sociedades son más libres. La revolución en salud es espectacular, erradicamos la viruela en la Guerra Fría gracias a la colaboración de los archienemigos EE.UU. y URSS. y otras pestes siguen el mismo curso: la polio está a punto de desaparecer, el sarampión retrocede e incluso la persistente malaria ha caído un 40% desde 2000. En paralelo, la esperanza de vida aumenta en todo el planeta. Incluso la guerra retrocede y pronto será cosa del pasado.

Este mundo nuevo que estamos creando tiene también desafíos que debemos afrontar. La pérdida de empleos en un mundo de abundancia cambiará una economía en la que nuevos modelos productivos basados en la colaboración ya están surgiendo, como Wikipedia, software libre, voluntariado, Airbnb o Uber y los millones de trabajos que no son remunerados.

El mundo del trabajo cambiará. Una mayoría de personas detesta su empleo y sólo la paga les motiva a realizarlo. ¿Por qué trabajar en algo odioso cuando las máquinas pueden hacerlo? Y si no trabajamos, ¿qué haremos? ¿Por qué estamos educando a los jóvenes para un mundo que no existe ya? ¿Cómo plantearnos un mundo de ocio en el que nos sintamos útiles y felices sin esa idea antigua que es el trabajo asalariado?

A algunas de estas preguntas responderemos el próximo viernes 3 de febrero en el Breakfast for learning «Inteligencia Artificial y Recursos Humanos: de la automatización del trabajo a una nueva gestión del talento», un evento gratuito en el que voy a tener el gusto de participar junto a LIDlearning y LA SALLE IGS. Además, en mi libro ‘Una mirada al futuro. Inteligencia artificial, abundancia, empleo y sociedad’ reflexiono sobre tan trascendentales asuntos, con el objetivo de dar respuesta a algunos de ellos. El futuro no espera.

Artículo escrito por Antonio Orbe, coordinador del Máster en Dirección de Empresas Digitales de LIDlearning y LA SALLE IGS 

El próximo viernes 3 de febrero Orbe será ponente en el Breakfast for learning  «Inteligencia Artificial y Recursos Humanos: de la automatización del trabajo a una nueva gestión del talento», un evento gratuito que organizan LIDlearning y La Salle IGS. Aquí puedes encontrar más información y registrarte al evento.

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